viernes, 8 de enero de 2010

ABUSO SEXUAL


El abuso sexual es definido como cualquier actividad sexual entre dos personas sin consentimiento de una. El abuso sexual puede producirse entre adultos, de un adulto a un menor o incluso entre menores.
Como actividad
sexual se incluye:
Cualquier tipo de
penetración de órganos genitales en contra de la voluntad, o aprovechando la incapacidad de un menor para comprender ciertos actos. También se incluye el inducir u obligar a tocar los órganos genitales del abusador.
Cualquier acción que incite al menor a presenciar contenido sexual impropio (observar al adulto desnudo o mientras mantiene
relaciones sexuales con otras personas, ver material pornográfico o asistir a conversaciones de contenido sexual, por ejemplo).
Tipos de abuso sexual son la
violación, que es considerada delito sin importar el sexo de la víctima, y el estupro. En el caso de abuso sexual infantil, los fenómenos que se desencadenan tienen que ver con trastornos en el desarrollo psicosexual.


Signos de posible abuso sexual.


Heridas inexplicables, especialmente en los genitales y los senos (en mujeres)
Vestimenta rota o manchada
Embarazo
Infecciones de transmisión sexual
Problemas de comportamiento inexplicables
Depresión
Auto-abuso o comportamiento
suicida
Abuso de
drogas o alcohol
Pérdida espontánea de interés en la actividad sexual
Aumento espontáneo del comportamiento sexual
Trauma severo
Sugilación

ABUSO SEXUAL INFANTIL


El abuso sexual constituye una experiencia
traumática y es vivido por la víctima como un atentado contra su integridad física y psicológica, y no tanto contra su sexo, por lo que constituye una forma más de victimización en la infancia, con secuelas parcialmente similares a las generadas en casos de maltrato físico, abandono emocional, etc.Si la víctima no recibe un tratamiento psicológico adecuado, el malestar puede continuar incluso en la edad adulta.
En su mayoría, los abusadores son hombres (entre un 80 y un 95% de los casos) heterosexuales que utilizan la confianza y familiaridad, y el engaño y la sorpresa, como estrategias más frecuentes para someter a la víctima. La media de edad de esta ronda entre los 8 y 12 años (edades en las que se producen un tercio de todas las agresiones sexuales). El número de niñas que sufren abusos es entre 1,5 y 3 veces mayor que el de niños.


Los niños con mayor riesgo de ser objeto de abusos son:
aquellos que presentan una capacidad reducida para resistirse o para categorizar o identificar correctamente lo que están sufriendo, como es el caso de los niños que todavía no hablan y los que tienen retrasos del desarrollo y minusvalías físicas y psíquicas;
aquellos que forman parte de familias desorganizadas o reconstituidas, especialmente los que padecen falta de afecto que, inicialmente, pueden sentirse halagados con las atenciones del abusador;
aquellos en edad prépuber con claras muestras de desarrollo sexual.


El abusador


Características generales


Los abusadores sexuales de menores son, mayoritariamente, hombres (aproximadamente, un 87%, y de más edad que los agresores de mujeres adultas, respecto de los que desempeñan profesiones más cualificadas y mantiene trabajos más estables) casados y familiares o allegados del menor, por lo que tienen una relación previa de confianza con este (solo entre el 15 y el 35% de los agresores sexuales son completos desconocidos para el menor); cometen el abuso en la etapa media de su vida (entre los 30 y los 50 años), aunque la mitad de ellos manifestaron conductas tendentes al abuso cuando tenían menos de 16 años (recuérdese que entre un 20 y un 30% de las agresiones sexuales a menores son cometidas por otros menores). Las mujeres abusadoras suelen ser mujeres maduras que cometen el abuso sobre adolescentes.
El abusador sexual es una persona de apariencia, inteligencia y vida normal.


Fases del abuso sexual.


El abuso sexual de un menor es un proceso que consta generalmente de varias etapas o fases:


1. Fase de seducción: el futuro abusador manipula la dependencia y la
confianza del menor, y prepara el lugar y momento del abuso. Es en esta etapa donde se incita la participación del niño o adolescente por medio de regalos o juegos.
2. Fase de interacción sexual abusiva: es un proceso gradual y progresivo, que puede incluir comportamientos
exhibicionistas, voyeurismo, caricias con intenciones eróticas, masturbación, etc. En este momento ya se puede hablar de abusos sexuales.
3. Instauración del secreto: el abusador, generalmente por medio de
amenazas, impone el silencio en el menor, a quien no le queda más remedio que adaptarse.
4. Fase de divulgación: esta fase puede o no llegar (muchos abusos quedan por siempre en el
silencio por cuestiones sociales), y, en el caso del incesto, implica una quiebra en el sistema familiar, hasta ese momento en equilibrio. Puede ser accidental o premeditada, esta última a causa del dolor causado a los niños pequeños o cuando llega la adolescencia del abusado.
5. Fase represiva: generalmente, después de la divulgación, en el caso del incesto la
familia busca desesperadamente un reequilibrio para mantener a cualquier precio la cohesión familiar, por lo que tiende a negar, a restarle importancia o a justificar el abuso, en un intento por seguir como si nada hubiese sucedido.

Los abusos sexuales en el ámbito doméstico.


El abuso sexual de menores en el ámbito familiar es una realidad compleja en la que los factores que pueden configurar un contexto favorable a los mismos son variados y diversos. En principio, el factor crítico no es tanto la consanguinidad entre los particantes, sino el papel parental que desempeña el adulto respecto del menor. Los casos más frecuentes (70-80%) entre los denunciados son los de padrastro-hija y padre-hija. La edad media del menor está entre los 6-8 años y los 12, y la relación se remonta a un tiempo bastante anterior a su descubrimiento con una duración de unos dos años. Si la familia cuenta con más de un hijo, es normal que los abusos afecten también a más de uno de ellos.
Consecuencias de los abusos sexuales a menores
Las consecuencias del abuso sexual a corto plazo son, en general, devastadoras para el funcionamiento psicológico de la víctima, sobre todo cuando el agresor es un miembro de la misma familia. Las consecuencias a largo plazo son más inciertas, si bien hay una cierta correlación entre el abuso sexual sufrido en la infancia y la aparición de alteraciones emocionales o de comportamientos sexuales inadaptativos en la vida adulta. No deja de ser significativo que un 25 por 100 de los niños abusados sexualmente se conviertan ellos mismos en abusadores cuando llegan a ser adultos.




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